Es innegable que mi querida Nala disfruta
la música que yo escucho en mi computadora cuando se sube a mi escritorio y se
acomoda entre libros, tazas de café y la bocina por donde salen las melodías.
No importa el género musical ni el
volumen de los sonidos, ella se relaja y se pone a disfrutar el paisaje que
muestra la ventana del balcón y a twittear (literalmente) con los pajaritos que
a lo lejos cantan.
Estoy segura que al igual que a mí,
la música nos adorna el día….
De acuerdo con un estudio
realizado hace unos años por Galaxie, la red de canales musicales de la radio
nacional canadiense, los animales domésticos son también aficionados a la
música.
Al parecer, los perros y los gatos
responden de forma diferente antes distintas canciones, e incluso tienen sus
propios temas favoritos. Además, cuando se quedan solos en casa durante mucho
tiempo prefieren la música suave de fondo al silencio absoluto.
Ese es el motivo, dicen los
expertos, por el que el 53% de los propietarios de mascotas de Canadá y Estados
Unidos dejan música sonando en sus hogares cuando se marchan a trabajar. Claro
que, si no quieren encontrarse con una sorpresa al volver a casa, más les vale
elegir bien el hilo musical. Según una investigación realizada por científicos
de la Escuela de Psicología de la Universidad de Queens, la música clásica
contribuye a la relajación de los canes, disminuye sus ladridos y aumenta su
tiempo de descanso. Por el contrario, cuando los perros escuchan heavy metal,
sus niveles de agitación aumentan y no paran de ladrar.
Según leí en un blog, encontramos
historias de músicos y sus mascotas que son además de divertidas, fascinantes
para darnos algunas pistas en la búsqueda de respuestas. Podríamos acercarnos a indagar, con espíritu
neo-cientificista en los estudios que los etológos (quienes estudian el
comportamiento animal) hayan realizado con música y su efecto en animales, -si
es que los hay- pero creo que las anécdotas en este caso son mucho más
interesantes porque hablan de largas relaciones de músicos con animales, de
animales con música y de situaciones que no son fáciles de medir en
experimentos puntuales.
¿Y qué tal los gatos? Esos seres
elegantes prefieren subirse directamente sobre la cola, y no limitarse a
escuchar, sino de paso, sentir las vibraciones de las cuerdas.
El autor de es Blog “El Eco d4l
Coyote” nos cuenta de sus 3 gatos: Drago, Anbu y Kirikú, quienes corrían al estudio desde donde estuviesen si
escuchaban que su hija o el, comenzábamos a tocar.
Dos sobre la tapa, uno en la
ventana. Eran sus sitios.
Ahora que si venían sus alumnos a
clase, no se acercaban ni por asomo, ni a la ventana, ¡esa hora de música no les
hacía ninguna gracia!
Deliciosa es la historia del gato
de una gran pianista profesional, que a base de escuchar por años el
instrumento, ya tenía claras sus preferencias: ¡No le gustaba el vals “del
minuto” de Chopin!
Si ella comenzaba con Chopin, se
piraba de allí… eso sí, al volver a sonar Bach, retomaba su sitio sobre la
cola. Increíble pensar que un animal tenga “gustos musicales”, y que le agraden
más unas obras que otras... ¿No es increíble?
Iualmente que a los gatos de otra gran
pianista que asegura que el autor
favorito de todos sus gatos…¡Es Brahms! y corrobora que no les agrada la música
vertiginosa, y mucho menos el timbre de una soprano o de un violín... pero
adoran el violoncelo.
¡Podríamos también citar a los que
vemos en youtube tocando el piano tan entusiasmados!
Esos mininos se han convertido sin
duda en los favoritos de esa Red Social y de otras redes en donde los gatos se
asumen como músicos profesionales….
Una gracia más de los hermosos
felinos que nos alegran nuestras vidas….
Fuentes:
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